jueves, 2 de mayo de 2013

La libre enseñanza de "MasterChef"

 En las últimas semanas la audiencia empieza a responder a los retos culinarios de la gran apuesta en entretenimiento de la pública esta temporada. Las alarmas por los bajos registros de los primeros programas saltaron enseguida y eso propició el cambio del día de emisión; ese traslado les ha favorecido y el martes supieron aprovechar la locomotora futbolística para obtener un buen 18% de share. Sin embargo el programa sigue igual, con los mismos errores que detectaron críticos y espectadores al principio, entre otras cosas porque ya se habían grabado varios programas antes de su estreno. La pregunta es, ¿corregirán sus equivocaciones ahora que han remontado?
 El mayor problema apuntaba Iturriaga en su blog "El comidista" de "El País", no transmiten el disfrute que proporciona la cocina. Aquí todo es tensión, el jurado es inflexible pero no aporta soluciones, sólo se queja, humilla e insulta bajo guión. El pinganillo es visible sin disimulo, algo que sería comprensible en la presentadora (si ésta tuviera algún papel reseñable, que no es el caso) y las réplicas son dignas de "El rival más débil". Cuando a tres profesionales de la cocina se les quiere convertir en actores de la noche a la mañana pasa lo que pasa: que suenan huecos y artificiales. La sobreactuación del jurado provoca que la audiencia les pierda el respeto, no ofrecen credibilidad como cocineros o gastrónomos, más bien son un remedo de Risto y, seamos claros, Risto es un bluff que no merece clones.
El otro gran defecto de "MasterChef" es que no enseña, enfrenta a sus concursantes a retos imposibles de solucionar para un funcionario, un ama de casa o un soldador. Cuando la dirección eligió a esos participantes sabía que nunca habían cocinado para un batallón, que tenían muchas carencias pero que, a pesar de todos esos inconvenientes, tenían un talento innato para la cocina y, sobre todo, destilaban pasión por ella. Con este programa parece que van a conseguir que la odien y que se sientan inútiles. La vejación constante a la que someten a Noé, por poner un solo ejemplo, no tiene sentido alguno, si es tan malo ¿por qué no lo eliminan? Curiosamente siempre aparece una excusa para no hacerlo pero no parece casual que a la semana siguiente él tenga que recibir los mismos reproches de un jurado que no ha resuelto sus dudas. También se quejan habitualmente de Fabián, un joven de 18 años al que acusan de no evolucionar. ¿Cómo va a hacerlo si no le explican qué pasos seguir? En el último programa los concursantes de la prueba final se enfrentaron a una albacora (túnido desconocido para la mayoría) y a una tempura. Prácticamente ninguno había preparado antes una y, desde luego, tampoco sabían como limpiar un pescado. ¿Es eso un delito? ¿No están ahí para aprender?
"MasterChef" podría ser un gran, gran programa pero a mí me ha decepcionado. Esperaba algo más positivo, divertido, atrayente, que contagiara pasión por la gastronomía pero no, sólo me enerva.

Fotografías de Javier Herráez. TVE

1 comentario:

Bego dijo...

yo no lo habría dicho mejor. precisamente ayer le decía a marcos que es un programa donde todos están muy pero que muy encorsetados y él me preguntaba que si no les daban clases o algo y yo le decía que ni idea, que eso no lo enseñan.
la última concursante a la que echaron, nati, decía que para ella la cocina siempre había sido lo contrario a tensión y estrés y dio en el clavo. precisamente es lo único que se ve en el programa.
a mí también me han decepcionado.